Muchos latinoamericanos suelen buscar una mejor vida en Estados Unidos, y últimamente también en Europa, ¿en qué se diferencian estos “sueños”? ¿Ha habido algún cambio en su relevancia?
Como parte de un hogar latinoamericano, muchos crecimos escuchando constantemente sobre Estados Unidos. Mucho del contenido cultural que consumíamos –y seguimos consumiendo– es de ese país. Varios crecimos con series como Hannah Montana, Zach & Cody y Phineas & Ferb, películas como High School Musical y Camp Rock, y con las letras de artistas como Selena Gomez, Miley Cyrus y Taylor Swift. Ese contenido estadounidense se convirtió en un ideal para muchos de una vida cool, lo que hacía que la idea de vivir en ese país fuera casi que un sueño.
Sin embargo, en la realidad esto trasciende mucho más que una simple idealización infantil. Muchas personas y familias latinoamericanas migran a Estados Unidos a buscar una mejor vida, aumentar sus ingresos y en general vivir el “sueño americano”. Este ha sido un fenómeno que se ha acelerado en las últimas décadas, tanto que, para el 2020 la cantidad de personas de origen hispano en Estados Unidos superó los 59 millones de habitantes.
A pesar de esto, últimamente se ha viralizado también el “sueño europeo”, muy distinto al americano. Más que todo entre los jóvenes, que dentro de las redes sociales comparten contenido de la buena vida europea, con paisajes increíbles, comida exquisita, y viajes extraordinarios, en fin… la dolce vita.
¿En qué se diferencian estos “sueños” realmente? ¿Alguno predomina más que el otro? Su relevancia pudo haber cambiado, ¿por qué?
Sueño Americano
No es sorpresa para nadie que históricamente los países latinoamericanos han dependido -al menos en alguna medida- de Estados Unidos, pero no fue hasta mediados del siglo XX que la migración hacia este país empezó a crecer. Impulsado por la inestabilidad política y económica de latinoamérica, así como por la demanda de mano de obra en varios sectores estadounidenses, este fenómeno migratorio desde siempre se ha basado en la idea de la búsqueda de oportunidades económicas. Por lo que el llamado “sueño americano” se refiere a la idea de que cualquier persona puede alcanzar el éxito (en términos económicos) mediante el trabajo duro, mucho esfuerzo y perseverancia. Está basado en la aspiración de movilidad social; buscando un incremento en los ingresos y una mejor vida para uno mismo y para las futuras generaciones.
En el “sueño americano” el consumo cultural está fuertemente influenciado por la industria del entretenimiento. Con un enfoque muy comercial, las películas de Hollywood, series de televisión y música pop son altamente consumidas tanto nacional como internacionalmente, y promueven además valores como la fama y riqueza. La cultura popular de este país tiene un gran alcance, y también influencia las tendencias en la moda y la música. Por lo que, desde afuera, el consumo de una gran cantidad de este contenido –desde Disney y Nickelodeon hasta Hollywood– se traduce también en un deseo de hacer parte de dichas tendencias y estilo de vida cool que se promueve en esta industria del entretenimiento.
Sueño Europeo
En contraparte a este “sueño americano”, recientemente surgió la idea del “sueño europeo”. Es un término que también se refiere a la aspiración de una vida mejor, pero no en un sentido meramente económico. Se enfoca mucho más en la calidad de vida, y en el equilibrio saludable entre el trabajo y la vida personal. Resalta la importancia de que la vida es mucho más que el trabajo, subrayando el valor de otros placeres como viajar, comer, hacer deporte, descansar, etc. El “sueño europeo” definitivamente está basado en la idea de trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
En este “sueño” el consumo cultural valora más la historia, literatura, teatro, música clásica y bellas artes. En los países europeos, gran parte de la vida cultural está representada en visitas a museos, galerías de arte y festivales de teatro. Se valora más el contenido –por ejemplo de música y cine– que trata de temas profundos y complejos. Por lo que el consumo cultural no está arraigado a tendencias ni a contenido “mainstream”, sino que se priorizan las experiencias culturales más enriquecedoras y profundas.
Del Sueño Americano al Europeo: cambio generacional en prioridades y percepción de éxito
En los últimos tiempos se ha evidenciado un cambio en el que el “sueño europeo” ha estado ganando cada vez más importancia. En el 2013 se registró una cifra de 1,633,598 migraciones legales a la Unión Europea, y para el 2022 está cifra había incrementado a 3,454,684.
Esto puede estar explicado por un cambio generacional, en prioridades y en la percepción de éxito y felicidad. La nueva generación tiene unas preferencias e ideales muy distintos a los de las generaciones pasadas. Cada vez más conscientes de la salud mental, los jóvenes le han quitado el tabú a los problemas relacionados con esta y han resaltado el valor del bienestar emocional y autocuidado. Por lo que reconocen también la importancia del tiempo libre. Ahora en las redes sociales se encuentra un sinfín de contenido de yoga y mindfulness, así como una inmensa cantidad de diversos tipos de rutinas –HIIT, baile, resistencia, boxeo, pesas, etc– todo enfocado al bienestar físico y emocional.
La percepción del éxito para esta nueva generación también es distinta, pues para los jóvenes, las experiencias juegan un rol más grande que la acumulación de dinero. Por eso, todos estos nuevos influencers que cuestionan la vida “programada” del “work nine-to-five”, y promueven un estilo de vida diferente con viajes y experiencias significativas.
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El cambio generacional tanto en las prioridades (que le otorga mucha importancia al bienestar y autocuidado) como en las percepciones de felicidad y éxito, se alinean con el llamado “sueño europeo”, que se enfoca más en la calidad de vida. Razón por la cuál este concepto está ganando cada vez más visibilidad y relevancia.
Sin embargo, para poder soñar con estas experiencias y con el trabajar para vivir, se necesita estar en una posición privilegiada. El hecho de priorizar la calidad de vida, la cantidad de lugares conocidos y las vivencias significativas, sólo es posible cuando tener lo suficiente para sobrevivir el día a día no es una preocupación. Esta posición privilegiada en muchos casos se puede deber a la mentalidad de las generaciones pasadas cuya prioridad era alcanzar una estabilidad económica.
Así que, este cambio en el que las nuevas generaciones le están dando cada vez más relevancia al “sueño europeo” por encima del “sueño americano” se puede deber a un cambio en las perspectivas de estos jóvenes, en una mentalidad en la que se quieren “comer el mundo”, poniendo su bienestar como la mayor prioridad, pero impulsado por el privilegio con el que ya se cuenta.