5 retratos navideños de familia

La Navidad es el momento ideal para tomar una fotografía, hoy en Prometeo te hablamos sobre los retratos navideños más populares del cine

La Navidad es la última excusa en el año para sacar una fotografía. Un fragmento de momento que pueda conservarse por mucho más tiempo del que dura. A pesar de lo cotidiana y monótona que pueda llegar a ser la vida familiar, es casi seguro que dentro de las historias más representativas la navidad es escenario de al menos una tercera parte. 

Con un evento tan relevante que toma su tiempo al fin del año, es como si las circunstancias obligaran a hacer catarsis de qué pasó, y que debería pasar al siguiente. Hay culpas, lamentos, promesas, pero, en la mayoría de los casos, también familias. Familias, bien sea como causa o antídoto de todos esos síntomas, en llamadas, regalos sin sentido o fotos viejas… de alguna manera siempre están. Son muchos aspectos como para caber en una foto y hacer que se recuerde cada uno, aunque si quedan ciertas claves en estas imágenes. Entonces, vamos a revisar 5 retratos navideños de familias del cine.

The Blind Side (John Lee Hancock, 2009)

En este caso vemos una jerarquía a partir de niveles que se categorizan en la edad. Los padres, como pioneros/creadores de la familia, están sentados frente a su creación. Son unas sillas que no se ponen por cansancio o para que el niño tome más protagonismo, sino que es casi un trono que los distingue frente el respaldo que están creando. Sean Jr., el niño, hace parte de este nivel debido a que su edad y altura no lo convocan a hacer parte del siguiente y esto representa ese privilegio que tiene de aún estar completamente respaldado por esa red que se ha construído. 

Es importante destacar que en este caso no son roles que se generan de manera forzada, son las características físicas que armonizan y dialogan para formar un todo mediante una foto. De esta manera, el otro nivel se encabeza por el personaje de Lily Collins, como esa primera heredera de la trayectoria familiar y quien debe empezar a habitar ese siguiente nivel que la irá poniendo como foco del retrato. Es así como el protagonista, Michael Oher, hace parte de este nivel pero también crea otro en el que solamente pertenecerá él. Este espacio que llena ejemplifica la solidaridad de la familia y la intención de reconocer su privilegio para tener apertura y compartirlo con los demás. Este compartir termina siendo la intención final del retrato: enviarlo a todos los conocidos, siendo más un producto que un recuerdo.

Love the Coopers (Jessie Nelson, 2015)

Este retrato, a diferencia de los demás, no contiene a ninguno de los personajes principales de la película, sino que se enfoca en una historia que expone el mensaje implícito. Brevemente, la película se centra en la familia Cooper: padres a punto de divorciarse, una tía en constante competencia con su hermana, una hija que refleja el modelo de su tía y otro hijo divorciado con dos hijos adolescentes. 

Como es costumbre en estas películas, en la trama se desarrolla la búsqueda del punto de encuentro de estos personajes. Ahora, con respecto a las fotografías, el padre de los adolescentes se dedicaba a sacar fotos navideñas para tarjetas y en ellas descifraba esos conflictos que se escondían detrás de cada rol. Es por esta misma razón que el filme no concluye en una fotografía, porque destaca la importancia del recuerdo intangible.

La familia del retrato es la del personaje de Anthony Mackie, el policía que arresta a Emma, la tía de la historia. Este personaje es justamente una muestra de los clientes que se tomaban fotografías navideñas como un producto que se vende a los otros. Como consecuencia de esto, los fotografiados se vuelven también una especie de mercancía que aspira a mantenerse siempre en la pose en la que los capturan.

En esta oportunidad los niveles se encuentran aún más marcados: la infancia, el crecer y ser adulto. Todos estos roles giran alrededor de la madre como foco e incluso las tonalidades de los atuendos permiten reconocer este centro de luz en la mujer y un poco en el niño como parte de ella. Nuevamente, al ser un niño se muestra la pertenencia al cobijo y la inocencia que le otorga licencias de simplemente ser sin ninguna norma mediadora. Mientras que sus hermanos, quienes ocupan toda la mitad izquierda del retrato, van cediendo a la postura del padre y se entremezclan en los colores que indican el seguimiento de una norma. Ni siquiera muestran una sonrisa que pueda retar la normativa de lo que deben ser bajo la perspectiva de la madre. 

Finalmente, en el costado derecho, los padres están en una posición diagonal casi como observadores/vigilantes de sus hijos. Sin embargo, el padre no observa ni siquiera la cámara, y lejos de ser un guiño humorístico al tono que tiene la película en ocasiones, hay un rechazo por las decisiones de la madre pero no una acción que le de un protagonismo equitativo en el foco de la familia. El retrato en sí es un recorrido por ese pasado común (niño) el presente (adolescentes) y el futuro (padre) como un asunto sistémico que de no romperse se seguirá repitiendo.

Happiest Season (Clea DuVall, 2020)

La película más reciente de esta lista habla también sobre la navidad como la época en la que más se procura guardar las apariencias y, a medida que se desarrolla, va cobrando importancia la esencia de cada uno. Esto culmina en este retrato que agrupa a la familia como una unidad dentro de la cual se permite la individualidad por fuera de las expectativas. Esto se evidencia en la ausencia de niveles, ya no se busca destacar a los padres o a los hijos, simplemente es una sola línea en la que todos están conectados. 

A pesar de que no hayan niveles los niños y el personaje de Kristen Stewart se encuentran un poco por fuera de esta línea de unidad, esto surge dentro de la trama de la película como una manera de evocar esa apertura que se da para reconocer a cada miembro de la familia. Lo que en el caso de Kristen Stewart habla de la orientación sexual de la hija del medio, mientras que en el caso de los niños es abandonar la presión de que el futuro de la familia sea perfecto. En contraste a esto último, se comienzan a romper patrones de competencia entre hermanos para que, naturalmente, las relaciones familiares crezcan de manera más sana. El hecho de que como espectadores no podamos tener esa toma de la fotografía que interpela la cámara resalta el propósito ya no de producto sino de recuerdo que es símbolo de un momento.

Stepmom (Chris Columbus, 1998)

Continuando en la línea de familias que se adaptan, la película de las actuaciones estelares de Susan Sarandon y Julia Roberts propone una perspectiva esperanzadora en un discurso tan doloroso como es la muerte de la madre. En una familia de padres divorciados, Julia Roberts es la nueva pareja del padre de la familia, quien además de emprender un nuevo rol en la vida de los hijos de su pareja, genera una estrecha relación con su ex esposa debido a la enfermedad de ella. 

En este discurso, el retrato que cierra la película es evidentemente ese recuerdo que cobra un valor simbólico muy poderoso sobre esa última navidad. La estructura de la imagen tiene dos puntos muy interesantes: un solo nivel en el que entran todos y el orden de hombres a mujeres en cada costado. No solamente es un mismo nivel, sino que es un retrato en el que todos están sentados; esta postura expone el ambiente familiar e íntimo del recuerdo que evoca, casi como si con esta sencilla disposición la fotografía capturara una sensación más detallada del momento vivido. 

A pesar de estar todos en un mismo nivel, es evidente que la fotografía tiene como foco a las mujeres, especialmente a Susan Sarandon como vínculo que integra a Julia Roberts a reconfigurar su rol y si bien no reemplazar a la mamá, si tomar una postura de soporte frente a los hijos. El padre se encuentra un poco más retirado casi como una insinuación a la imposibilidad de que desde su rol pueda suplir los dones de una madre.

Wonder (Stephen Chbosky, 2017)

Finalmente, este último retrato hace referencia a esa máxima expresión de la familiaridad que se destacó en el anterior. Es una foto que no es para compartir, sino para el recuerdo, un recuerdo muy particular porque quien la conserva es Miranda (quien toma la foto), la mejor amiga de Olivia –hermana del protagonista–. De cierta manera, su relación con la familia es similar a la de Michael Oher en el primer retrato, pero en este caso ella pertenece al mismo nivel que todos y hace parte de este espacio seguro que permite el sentimiento familiar de la navidad.

Como en la película de Kristen Stewart, los espectadores no tenemos acceso al producto final, en este caso debido a la espontaneidad que contiene la decisión de fotografíar. Es ese momento que no se interrumpe con una cámara; por el contrario, esta es más una excusa para ese contacto y unión en un encuadre pequeño en el que aún así caben todos.

Con estos 5 retratos podemos ver esa capa permeable que es la pantalla, cómo nos acerca a la imagen en movimiento mediante lugares comunes que nos enfrentan a la realidad. Como espectadores determinamos las bondades y perjuicios de lo que observamos, pero más allá de esto es una buena oportunidad para ejercer una mirada activa. Una mirada que nos recuerda que no solamente podemos ser creadores de imágenes, sino que somos la imagen misma. Entonces, si la vida es cine ¿cómo nos gustaría capturar la navidad?

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