Sergio Cabrera: la estrategia detrás de un ícono del cine 

Sergio Cabrera es uno de los directores de cine más relevantes de Colombia. Prometeo tuvo la oportunidad de entrevistarlo a propósito de su recorrido y participación en la versión 63 del FICCI. 

Cuando de cine colombiano se trata, Sergio Cabrera es una de las figuras más destacadas y relevantes del panorama nacional. Cabrera, director de obras como La estrategia del caracol e Ilona llega con la lluvia, se ha convertido en un referente relevante en el séptimo arte. Su importante trayectoria lo ha llevado a ser homenajeado en la versión más reciente del Festival de Cine de Cartagena, FICCI. El director paisa, que estuvo presente en la 63 edición del FICCI, habló con Prometeo acerca del panorama del cine actual y de su recorrido cinematográfico. 

Prometeo: Este año el festival celebra su trayectoria con la proyección de Todos se van, una adaptación de la obra homónima de Wendy Guerra ¿Cómo fue ese proceso de adaptación de la obra de la literatura al séptimo arte?  

Sergio Cabrera: Wendy Guerra estudió creación de guión con Gabriel García Márquez. Ella es, al igual que yo, cineasta. Cuando nos encontramos, ya había visto todas mis películas. Entonces ella me dijo: “haz con mi novela lo que quieras. No te pongo ningún límite porque yo, como guionista, sé que eso no es conveniente”. A partir de ahí, empezamos a trabajar en la adaptación de la obra.

El primer resultado fue un guión que contaba toda la novela completa. Pero después, por una serie de circunstancias, entre otras, porque el dinero no alcanzaba y el tiempo era insuficiente, tuvimos que evaluar cómo reducir la narrativa, que no era una tarea fácil. Entonces decidimos concentrar la historia en la infancia de la protagonista, Nieve. Rodamos algunas escenas en Cuba, otras no pudimos grabarlas allá por complicaciones. Sin embargo, la decisión tenía una virtud: podría tener una segunda parte.

Decidimos contar solamente la infancia; posteriormente se podría hacer toda la narración sobre la juventud de Nieve. Finalmente, a Wendy le encantó. Ama la película. He estado en tres proyecciones con ella y en las tres ha llorado. Digamos que la colaboración entre cine y literatura fue, en este caso, exitosa. 

Prometeo: En el festival observamos la versión restaurada de La estrategia del caracol. Pero nos llamó la atención que, a pesar de contar con 31 años, la película sigue siendo vigente. ¿Por qué cree que se dio la trascendencia en el tiempo de esa obra? 

Sergio Cabrera: Yo creo que es una mezcla de casualidades. Algunas cosas han sido resultado de reflexiones que siguen siendo muy actuales. La idea original de La estrategia del caracol está basada en mi derrota. Yo quería hacer una revolución y, como revolucionario, fracasé. No pude y fue algo que me golpeó emocional y creativamente.

En ese momento, recuerdo haber leído una noticia de prensa en el periódico en la que contaban la historia de una casa que había desaparecido. Esa historia fue para mí la oportunidad de contar cómo se hace una revolución; de participar en una pequeña protesta en miniatura con todos los elementos que hacen falta para crearla. La historia, pensándola, tiene los elementos necesarios: la lucha de clases entre dos partes con un muro en la mitad. 

Prometeo: ¿Cuál cree que es el motivo de que la revolución sea atractiva?

Sergio Cabrera: Yo creo que a la gente eso le gusta. Le gusta ver que somos capaces de cambiar. En ese sentido, somos capaces de cambiar el país e incluso el mundo, pero también de tener incidencia en una casa. Me imagino que la gente se debe sentir emocionada al ver y sentir el poder de la colectividad cuando se tienen objetivos comunes. Yo creo que es eso.

Por otra parte, creo que también es importante el punto de vista cinematográfico. Al hablar de cine, recomiendo siempre hablar de un tema que a uno le interese y que uno lo evalúe también bajo una mirada comercial.  Podría haber hecho la misma película únicamente desde un punto de vista de autor: más pequeña, con menos personajes; pero no sería lo mismo.

Hay un esfuerzo de producción muy grande en La estrategia del caracol para el presupuesto que se tenía. Unir tantos actores, locaciones y acción con el presupuesto que teníamos era difícil. Y yo creo que el público agradece eso porque es una película que destaca por su calidad. Es un cine grande en comparación con películas pequeñas y tal vez aburridas. 

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Prometeo: ¿Cree que esa visión que se tuvo y que marcó un camino en el cine colombiano se perdió?  

Sergio Cabrera: Yo creo que tengo una virtud que se basa en la mezcla de dos culturas. Haber vivido en China me permitió tomar aspectos de la cultura oriental. El eclecticismo es muy importante en esa visión. En el mundo chino el justo medio es muy importante. Es esa característica de mezclar y conocer en la que radica la importancia de saber combinar ambas cosas. Yo también he realizado cine de autor; Todos se van es producto de eso.

Pero aún en las películas más pequeñas, he querido que se tengan ingredientes no de acción, pero sí de emoción. Hay muchos directores y productores que creen que hacer el esfuerzo por establecer un balance entre cine comercial y de autor no vale la pena. Muchos no piensan en el público, sino en ellos mismos. Directores como mi amigo Arturo Ripstein trabajan bajo esa lógica, pero no todos somos tan buenos en ejercerla (risas). Tenemos que buscar un punto medio que permita que tanto el público como uno quede satisfecho.  

Prometeo: Aprovechando que estamos en el Caribe, para los caribeños usted realizó una de las obras que más recuerda el público televisivo en la región: Escalona. ¿Qué representa para usted esa obra? 

Sergio Cabrera: Cuando hice Escalona estaba casado con [la actriz] Florina Lemaitre, que es cartagenera. La obra tenía dos guionistas: Daniel Samper y Bernardo Romero. Ellos hacían un programa de comedia que se llamaba Dejémonos de vainas. El guión que ellos prepararon para Escalona era un Dejémonos de vainas costeño: lleno de chistes y de caricaturas. Los bogotanos ven así a los costeños, un poco caricaturescos. Por otro lado, yo tenía una esposa cartagenera y además conozco muy bien la ciudad. Así que me negué a hacer así a los personajes porque acá [en la costa] tienen unas tradiciones y una cultura que no se refleja en aquello.

Entonces decidí transformar a los personajes y los ambientes para colocarlos en un nivel diferente al que Bernardo había pensado originalmente. Hice el casting pensando en ello; busqué gente elegante. Pero cuando empezaron a salir los capítulos, a Bernardo casi le da un infarto.

Estuvo a punto de cancelarse el proyecto; pensó que le había quitado todo el humor y la gracia. Generó una gran pelea, pero sostuve siempre mi conocimiento de la costa con firmeza. Los vallenatos no son como la gente los imagina. Esa fue una batalla que finalmente pude ganar y, una vez la serie llevaba ocho capítulos, fue una decisión que Bernardo agradeció.  

Prometeo: ¿Cómo ve usted el papel y el rol que están ejerciendo los medios de streaming frente al mundo cinematográfico? 

Sergio Cabrera: Me parece fatal. Me genera mucha tristeza. Yo sé que hay más trabajo, los actores tienen más trabajo, los directores tienen más trabajo. Pero los que deciden qué se hace son los ejecutivos. No estamos haciendo las obras que el público quiere, eso es una gran mentira. Estamos haciendo el cine que los ejecutivos creen que el público quiere y yo creo que se equivocan con frecuencia.  Ellos pueden saber qué le ha gustado a la gente, pero no pueden saber qué le va a gustar en el futuro.

Cuando éramos cineastas independientes, pensaba que algo le iba a gustar a la gente y yo tomaba el riesgo de hacerlo. Después la gente decidía por sí misma si iba a ver mi película o no. Ahora no es así. Ahora primero hay que convencer a un grupo ejecutivo de que la idea es buena. Después ellos la transforman. Creo que era mucho más democrático y creativo el cine antes de que existieran los streamings. Yo creo que era mucho más democrático el mundo creativo antes respecto al de ahora. 

Prometeo: ¿Ha tenido algún acercamiento a ese tipo de plataformas? ¿Cómo ha sido trabajar de su mano? 

Sergio Cabrera: Sí, no es fácil. Es una relación similar a la de los pintores del Renacimiento con el Vaticano. No hay nada que hacer. Si hay que pintar vírgenes y milagros, vírgenes y milagros se pintan. Estamos en ese nivel. Las plataformas ordenan y nosotros hacemos lo que proponen. Finalmente, es del cine que vivimos. Tengo tres proyectos con plataformas en los que he tratado de convencer a los ejecutivos de que lo que yo quiero es bueno. No es una relación fácil pero sí se pueden lograr proyectos buenos. La calidad siempre abre la puerta a trabajos con más calidad. 

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