Prometeo entrevistó a la escritora caucana Mary Grueso Romero tras el estreno de su libro “Agüela, se fue la nuna”. La escritora deja enseñanzas sobre memoria, familia y paz.
En medio de una tarde que amenazaba con lluvia me movilicé a Corferias, el recinto ferial de Bogotá, para entrevistar a Mary Grueso Romero. Era el primer día de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, FILBo, y Mary ya estaba lista para lanzar su libro infantil, Agüela, se fue la nuna.
Antes de comenzar a contarles todo lo que conversamos con Mary, quiero que se hagan una imagen de ella. Nacida en Guapi, Cauca y a sus 77 años, Mary es una mujer vivaracha y dulce. Habla con un cantado especial, siempre parte de la música. Su piel negra combina con sus trenzas y usualmente tiene una muñeca sentada en el regazo. Las palabras le brotan no solo de la boca, sino del alma.
Ni siquiera nos habíamos sentado y ya Mary me estaba hablando sobre ella. O, mejor dicho, Mary había cambiado los papeles de manera que ahora la entrevistada era yo. Me preguntó si tenía abuelos cercanos, y solo con esta pregunta, aún antes de armarme con mi kit de periodista, ya tenía un nudo en la garganta de pensar en mis dos abuelas.
A ellas les dedico esta nota.
Y ahora sí, vamos a hablar de la estrella del día: Mary Grueso Romero.
Agüela, se fue la nuna
Agüela, se fue la nuna es un libro infantil que Mary estrenó en la FILBo de la mano con Editorial Panamericana. Cuenta una historia sencilla: es un niño que, jugando un día, se da cuenta de que la luna está reflejada en el agua y al tratar de cogerla, se deshace en mil pedazos, por lo que llama a su abuela para que lo ayude a comprender el mundo.
Agüela, se fue la nuna está lleno de detalles que hablan más de lo que parece. Como dice Mary “hay que entender la estructura profunda”. Por eso, debemos leer más allá de lo que dicen las palabras.
Música, sensibilidad y lenguaje
En el momento en que abrimos Agüela, se fue la nuna, veremos que varias partes del cuento están llenas de canciones y musicalidad. Grueso Romero hace referencia a canciones tradicionales como A Tumaco lo quemaron. “Nosotros utilizamos la música para todo”, dice Mary. Y es que la música es una de las formas más sensibles de comunicarse con el mundo. Por eso, en el Pacífico y en todas partes del mundo se usa para dormir a los niños. Mary destaca el papel de los ritmos tradicionales del Pacífico, como el currulao, que es herencia de la música africana. Mary me enseña también las jitanjáforas, términos que tienen sonoridad y musicalidad, pero no significan nada –A queye quenye, A quenye quenye-, que son muy usadas en el Pacífico. Y entonces Mary canta para mostrarme y parece que todos se quedaran embobados escuchándola.
Mary asegura que, para la gente negra, la cadencia musical está en todas partes y todos los momentos, así sean eróticos, en el mar, en ellos mismos. Mary compone música permanentemente.
Le pregunto a Mary sobre el vocabulario que encontramos en la primera página del libro. Solo en el primer párrafo encontramos palabras como “chonga” y “pateburro”. Como persona del interior del país, me llama la atención la escogencia de este lenguaje. “No me preocupa que la gente no entienda”, responde ella, “lo que no entienda, lo investiga. Usar este vocabulario universaliza nuestro idioma y las cosas. En el Pacífico nos han mantenido aislados, son los otros los que no se han acercado y no se han preocupado por entendernos”.
Siguiendo con el lenguaje, la manera de hablar en el Pacífico también está caracterizada por unos elementos propios. Ellos omiten las letras al final de las palabras graves y estas se tildan. “Yo ahora en navidá voy a ir a bailá”, pone como ejemplo Mary. “Esto es español, a pesar de que nosotros [los negros] perdimos nuestra lengua. Esto viene de los poemas antiguos españoles, de escritoras como Rosalía de Castro. Vemos que el lenguaje es una cuestión que viaja y ya no tiene que ver con el lenguaje de libros para niños”.
El papel de la lectura en los más pequeños
Para Mary, escribir libros infantiles es volver a ser niño. “Un adulto nunca deja de ser niño y la sensibilidad sale a flote. Yo juego con muñecas, no es raro para mí verme con muñecas puestas aquí en las piernas y, de hecho, en este momento debería tener una aquí sentada” dice Mary. “Hay ciertos termómetros que lo limitan a uno. Si la gente ve a un adulto actuando como niño, van a decir que esa persona está loca. Pero no es que una persona mayor no pueda correr y corretear mariposas”. Todo depende del espíritu, asegura.
Mary insiste en la importancia de que los niños se involucren en la lectura. Que toquen el libro, lo huelan, lo sientan y lo manipulen. A veces, los niños leen sin leer, es decir, saben lo que hay adentro sin poder leer las palabras, esa es la importante cercanía del niño con el libro. “Hay que colocarle los sentidos a la lectura, la textura, los dibujos… así los niños ya están involucrados”, comenta la escritora.
Memoria y familia
Para Mary, su libro está compuesto de tres elementos importantes: memoria, familia y paz.
La memoria nos identifica. Y la clave de la memoria, dice Mary, está en las abuelas. “Mi abuela me identifica. Es algo que está guardado en el reservorio. Sale a la luz cuando hablamos de esta memoria”. Para Grueso Romero, hay que volver a ciertas cosas que se han dejado perder. Hay que volver al núcleo familiar, ya que ahí se forman lazos indisolubles entre parientes y encontramos costumbres, valores e identidad.
“Es importante volver a estos núcleos para poder comportarse con mayores valores en sociedad. A mis 77 años, aún recuerdo cosas que mi mamá me decía”, recuerda la escritora. “Hoy en día vivimos en un mundo convulsionado. No hay tiempo de calidad y se está degenerando la familia. Los abuelos se lavan las manos en la crianza de sus nietos, cuando los nietos son la prolongación de los abuelos. Ellos dan caracteres de herencia y los nietos dan señas de que alguien estuvo en la Tierra antes de ellos”. Mary me recuerda la importancia de portar siempre los dos apellidos, pues todo el mundo tiene dos abuelos y, por lo tanto, dos herencias y dos enseñanzas del pasado.
Mary Grueso Romero: tres veces discriminada
Yo mujer, yo mujer negra, yo mujer negra del Pacífico colombiano.
Mary Grueso Romero
“Ser mujer negra del Pacífico no es nada fácil, es un desafío diario. Y, sobre todo, no es fácil ser una escritora negra del Pacífico. No se estaba acostumbrado a eso. Las mujeres inventaban coplas y hasta ahí. Ahora hay escritoras por todas partes y me parece importante que haya más voces de mujeres negras, porque la puerta estaba cerrada por todas partes. Ojalá ahora sí vengan poemas de mujer negra”.
No es secreto para nadie que el mundo de la literatura ha estado tradicionalmente dominado por escritores masculinos. Y no solo masculinos, sino también blancos y de cierta clase social. De ninguna manera estamos demeritando esta creación literaria. El problema es que, junto con la tradición literaria, se homogenizan las ideas y los discursos. Necesitamos más voces, más ideas y más palabras. Necesitamos una sábana de literatura polifónica, de todos los colores y géneros posibles. Mary destaca la trayectoria de escritoras y poetisas como María Teresa Ramírez, Lucrecia Panchano o Elcina Valencia quienes, a pesar de haber escrito grandes e importantes obras, son ignoradas del núcleo de la literatura universal.
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“Yo hablo del mar y es algo universal”, asegura Mary, “hablo del territorio y hablo de los negros, que somos universales. Yo muestro mis elementos para preservar obras literarias que valgan la pena y que puedan formar parte del núcleo de literatura universal. Nos han querido hacer a un lado, cómo que eso no es poesía. Si eso no es poesía, ¿entonces qué es poesía?”
¿Qué es poesía? ¿Solo los hombres pueden hacer poesía? ¿Solo en Europa se hace poesía? Poesía, según Mary, es muchas cosas. Pero desde que se utilicen las normas del lenguaje, desde que se utilicen recursos estilísticos, ya que poesía. Las escritoras negras del Pacífico manejan los mismos recursos que los poetas universales.
“Es necesario que la poesía afro forme parte del núcleo de literatura universal, ya que es discriminación cuando dicen que está en la periferia y que no va a quedar igual. ¡Yo no estoy en la periferia! Yo estoy en el núcleo. Y es injusto. Si nos tiran a la periferia, ahí quedamos. A mí que me coloquen en el núcleo de la poesía universal”.
Paz: palabra profunda
En últimas, Mary Grueso Romero es una escritora de la paz. “¿Quién diría que un niño termina hablando de paz?”, se pregunta Mary. Pero esta es justamente la estructura profunda a la que ella hace referencia. La sociedad, los mayores, los abuelos y abuelas no pueden limpiarse las manos en la crianza de los niños. Con una buena familia, con lazos de parentesco fuertes, podemos impedir que nuestros niños no hagan el mal en el mundo y, entonces, hablar de paz. Los abuelos y abuelas son los portadores de un conocimiento valioso que deben pasar a sus nietos, porque los nietos son el resultado de sus ancestros. Los abuelos y abuelas pueden hacer un cambio en la generación de los más pequeños para construir una sociedad más equitativa, pacífica y justa.
“Paz, qué palabra tan profunda. No se llena así como así. La palabra sigue hueca porque no se ha llenado. Es nuestro trabajo, de las abuelas y las familias, de las escritoras, ver qué tanto se puede recuperar”, concluye Mary Grueso Romero.
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