Hay una relación evidente y casi obvia que tiene el artista. Más que la relación artista-obra o artista-objeto, me refiero a una relación artista-mundo que existe desde el inicio de los tiempos. La relación entre arte y paz. Pero empecemos por el principio.
El artista se relaciona con el mundo, claro que sí. No solo en el sentido de que el artista existe en el mundo, sino que el artista habla del mundo, lo interpreta, lo proyecta y crea cosas sobre él. Incluso en casos en los que el artista imagina otros mundos, lo hace con el lente mundano, lo hace proyectando cómo quiere que sea su mundo. Por supuesto, el artista se relaciona con cosas de la realidad: se relaciona con la naturaleza, con los humanos, con los objetos y con demás redes de existencia que hay en ella. El artista imagina y crea, y en la medida que crea, crea también el mundo.
El artista trabaja unos temas muy marcados que llevan años de existencia. Habla del amor, de la naturaleza, de la religión y el mundo espiritual, del cuerpo y los desnudos… ya van captando la idea. Pero el artista ha tenido una fijación específica y no muy estudiada desde el principio de los tiempos: la paz.
Esta nota explorará la relación entre arte y paz, así como evaluaremos cada una de las disciplinas artísticas e identificaremos las obras más imporantes sobre paz.
Arquitectura: los contramonumentos
Es curioso pensar que, para que haya paz, tiene que haber guerra. No podemos hablar de una sin la otra. Y es triste pensar que, muchas veces que hablamos de paz, no podemos evitar pensar en la guerra. La paz en el mundo existe porque existió guerra, pérdida y dolor. Los contramonumentos, por su parte, también nacen de una contradicción. Siento ser obvia en esta explicación pero, si la paz es lo contrario a la guerra, un contramonumento es lo contrario a un monumento.
Los contramonumentos nacen de la necesidad de apartarse de los monumentos. En los últimos tiempos, muchos arquitectos han criticado la naturaleza fálica y totalitaria del monumento. El monumento tradicionalmente se ha pensado como una gran e imponente estructura que domina sobre el suelo y los humanos. Con frecuencia, tiene forma de obelisco -cuya forma fálica con frecuencia incomoda a los críticos-. Siendo así, últimamente más arquitectos proponen una forma no fálica ni totalizante de los monumentos. Ellos proponen lo contrario: un monumento que se pueda pisar, que esté a nuestra altura y que no siga reforzando los discursos masculinos.
Un ejemplo de esto es el 9/11 National Memorial, un museo y monumento homenaje a las Torres Gemelas, que hoy en día se encuentra en el mismo lugar de la torre original. En un principio, se había considerado la idea de reconstruir una torre similar a la antigua. Pero siguiendo las nuevas vanguardias arquitectónicas, se hizo un contramonumento a manera de hueco en el piso, donde los visitantes pueden ver las huellas o trazos de la Torre.
Cine: Invictus, Gandhi y Mediterráneo
Hay montones y montones de películas sobre paz -y aún más sobre guerra-. Tenemos un catálogo espectacular de películas bélicas donde la gran protagonista es la Segunda Guerra Mundial. Por nombrar algunas participantes de este catálogo, traigamos a colación La lista de Schindler (1994), El niño con la pijama de rayas (2008), y El imperio del sol (1987). Pero no hablemos sobre guerra, pensemos en películas sobre paz.
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Invictus (2009), Gandhi (1982) y Mediterráneo (1992) son tres ejemplos de películas sobre paz y, aunque la guerra es un subtema latente, no se fija solo en ella. Invictus, dirigida por Clint Eastwood, cuenta la historia del presidente sudafricano Nelson Mandela tras salir de la cárcel y asumir su rol como dirigente del país. Más precisamente, cuenta la estrategia de unión y reconciliación del pueblo sudafricano a través de un mundial de rugby. Gandhi, dirigida por Richard Attenborough, sigue la historia de Mahatma Gandhi, figura central del movimiento de independencia indio. Finalmente, Mediterráneo, película italiana dirigida por Gabriele Salvatorres, sigue la historia de unos soldados italianos exiliados en una paradisiaca isla griega. Se ubica en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial.
Danza: La mesa verde, Kurt Jooss
La Mesa Verde es un ballet contemporáneo creado en 1932 por el coreógrafo y bailarín alemán, Kurt Jooss. Jooss vivió en Alemania entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, una Alemania golpeada por la guerra y que había salido mal parada tras la Gran Guerra. A este país aún le queda mucho por vivir, como el nacimiento de uno de los movimientos nacionalistas más poderosos de la historia y otra guerra mundial de la que saldrían aún peor parado.
Jooss era un jóven pacifista que ve en la danza una oportunidad para transmitir un mensaje anti-guerra. En 1932, presenta La Mesa Verde, una obra crítica de la guerra, donde recordamos tres momentos con claridad: unos personas enmascaradas discutiendo sobre la guerra alrededor de una mesa verde, unas mujeres víctimas del conflicto; y la danza macabra, un tema recogido de la Europa Medieval, que personifica el momento en que la muerte baila para recoger a aquellos que se unen a ella.
Literatura: poemas de Miguel Hernández
Miguel Hernández fue un escritor y poeta español, miembro tanto de la generación del 27 como de la generación del 34. A pesar de que Hernández murió pronto en medio de la Guerra Civil española, sus poemas son recordados y queridos por muchos.
Hernández vivió y escribió en la misma época de grandes autores como Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Y aunque no fuera un poeta muy conocido internacionalmente, ha entrado en esta selección porque fue arrestado y condenado por el gran delito de escribir. En época de Guerra Civil, las autoridades perseguían y asediaban a todo artista, pensador, filósofo o escritor que pudiese estar en contra de la guerra. Por eso, hay un tristemente famoso éxodo de escritores y artistas españoles. La pérdida que aún más duele es la de Federico García Lorca, cuyo cuerpo se perdió entre muchos otros cuerpos víctimas de la guerra.
Preso, Miguel Hernández escribe unos poemas críticos a la guerra y a favor de la paz. Miguel Hernández muere de tifo y tuberculosis en prisión con solo 31 años.
Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo mantiene.
Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.
Miguel Hernández
Música: la canción latinoamericana
La historia de Latinoamérica ha estado rodeada de conflictos internos y dolor. Solo en el siglo XX, hubo unas doce dictaduras militares –es casi seguro decir que una por país–. De estas, recordamos con dolor la dictadura en Chile de Pinochet, que sumó más de tres mil muertos, más de 37 mil personas torturadas y unas 1.190 desaparecidas. En la dictadura de Batista en Cuba se le acusa de gobernar siguiendo los intereses de Estados Unidos. De la dictadura en Argentina de Videla son tristemente famosas las 30 mil personas desaparecidas.
En este escenario de dolor y pérdida, muchos músicos y cantantes surgieron desde la resistencia con mensajes de paz y reconciliación. Recordamos las canciones protesta de Mercedes Sosa, León Gieco y Victor Jara, así como algunos artistas más contemporáneos como Fito Páez y Residente. En Solo le pido a Dios, de León Gieco, el cantante pide no ser indolente frente a la guerra. En Yo vengo a ofrecer mi corazón, Fito Paéz hace un llamado por la unidad, el perdón y la reconstrucción. El derecho de vivir en paz, de Victor Jara, es un canto a la esperanza y al amor por la humanidad.
Pintura: El Guernica, Violencia y La Libertad
Puede que el cuadro más famoso que se nos venga a la mente cuando hablamos de arte y paz –o, mejor dicho, de arte y denuncia contra la guerra– sea El Guernica de Picasso. Se trata de una obra en blanco y negro de gran formato –ocupa una pared entera del museo Reina Sofía en Madrid– y de estilo cubista. En ella, el artista quiso hacer una denuncia contra los bombardeos de la ciudad de Guernika, ubicada en País Vasco, por parte de los aviones de la Legión Cóndor alemana en el marco de la Guerra Civil española (1936-1939). Este bombardeo se llevó más de 500 mil víctimas en total. El cuadro está lleno de simbolismo y dolor, como el toro, que simboliza la brutalidad y la España herida; una madre con un niño muerto; y una paloma, símbolo de la paz.
Sin embargo, El Guernica no es el único cuadro que existe en el mundo. Podemos hacer una mención honorífica al cuadro Violencia, del pintor colombo-español Alejandro Obregón. El cuadro muestra una mujer muerta, desnuda y embarazada, cuyas formas se asemejan a las montañas. El rostro de la mujer está emborronado, y este detalle junto con el claro-oscuro del cuadro deja una sensación agridulce a quien lo mira.
Por último, podemos recordar la obra La libertad guiando al pueblo de Eugène Delcroix. En el cuadro, la libertad, representada con un cuerpo femenino y con el pecho descubierto, lidera al pueblo de Francia para levantarse contra el rey Carlos X. La bandera de la república ondea, orgullosa, y a pesar de los cadáveres y las armas se respira una atmósfera de esperanza.
Teatro: Labio de liebre, Fabio Rubiano
Fabio Rubiano es un dramaturgo colombiano que escribe una obra que nos pone los pelos de punta: Labio de liebre. La historia sigue a Salvo Castello, un exparamilitar que está cumpliendo una condena de casa por cárcel en medio del periodo de justicia transicional en Colombia. Allí, van a visitarlo unas víctimas del pasado, la familia Sosa. Esta familia ha aceptado perdonar, pero nunca olvidar, y ese buen día llegan a recordarle a Castello todo lo que han perdido por su culpa.
Es una historia que pone los pelos de punta porque todos los colombianos la hemos vivido. El país enfrentó años de conflicto interno entre guerrillas y las fuerzas armadas paramilitares. Sin embargo, los más damnificados eran las familias inocentes que muchas veces quedaban atrapadas en este fuego cruzado. Familias enteras asesinadas, hijos desaparecidos y desplazamiento forzado. Y lo más dura fue saber que unos de los perpetradores eran grupos armados financiados por algunos dirigentes del país. Todo el mundo sabía lo que pasaba, nadie hacía nada. Se calcula que hay más de 2 millones de colombianos afectados por el conflicto.
Fabio Rubiano nos invita a enfrentarnos a nuestros demonios.