En medio de la polémica sobre el retiro de Xavier Dolan del cine independiente, la industria del séptimo arte parece sumergirse en una crisis inminente que amenaza su futuro.
En el 2009, un joven canadiense se convirtió en el centro del mundo del cine independiente. Prontamente figuró entre las promesas del séptimo arte y su opera prima coleccionó reconocimientos importantes, entre los cuales estuvieron tres premios en el Festival de Cannes. Pero a pesar de los elogios que despierta, en la última edición del Festival Sundance, con una serie recién estrenada y ocho filmes realizados, Xavier Dolan anunció su retiro.
Las razones detrás de la decisión varían según el medio que se lea. El Mundo expuso, en una entrevista polémica, la falta de fe en el cine independiente y a la carencia de espectadores como la raíz de la insatisfacción del director. Pero, de acuerdo a Dolan, el motivo articula su salud mental con la falta de motivación. Más allá de la razón, su despedida deja huérfano al público del cine independiente y pone sobre la mesa la conversación sobre la crisis silenciosa que está sufriendo el séptimo arte.
Una crisis general
Desde hace un tiempo se habla de una crisis general en el cine que se ve reflejada en la disminución del público que asiste a las salas y en las pérdidas de dinero que reportan sitios de streaming. En Italia se estima que aproximadamente el 60% de la población había dejado de asistir a las salas hasta finales del 2022 y en febrero de este año se valoraba que más de 100 salas estaban en riesgo de cerrar en Reino Unido por falta de público. En Colombia, a pesar de que en el 2022 hubo un aumento en las ganancias de las salas de cine respecto a los años de pandemia, los números siguen estando muy por debajo de la facturación que Proimágenes, el Fondo Mixto de Promoción Cinematográfica, registró en el 2019.
Los sitios de streaming no se salvan. La recesión económica se ha convertido en el peor enemigo de las plataformas, que, sumada a la alta competitividad por la atención y el tiempo de los usuarios, crea preocupación.
A inicios del 2022, Netflix marcó una pérdida de suscripciones que no se daba en la plataforma desde hace una década. A pesar del aumento de suscriptores que se dio este año, registró en el primer trimestre una baja de 18.2% en sus ganancias respecto a las cifras del año anterior. Por su parte, Disney+ estimó una pérdida de 4 millones de suscriptores y HBO Max tuvo que subir su precio de inscripción para compensar su balance negativo.
Y el cine independiente…
En medio de este panorama, el caso del cine independiente es aún más preocupante.
El reto más grande para este tipo de largometrajes es la distribución. Se estima que alrededor del 30% de creadores independientes no cuentan con un sistema efectivo que le permita al público ver sus obras. Las productoras de nicho como Mubi, Shudder o Wild Side TV juegan un rol primordial en el apoyo a su difusión, pero los esfuerzos no son suficientes para apoyar las pérdidas y la poca visibilidad que obtienen las películas.
La financiación también juega un rol vital en la producción de los largometrajes. En julio del 2022, el British Film Institute afirmó la falta de financiación y los riesgos económicos ligados con su producción como una consecuencia directa de la incertidumbre de distribución que tienen los filmes. La poca demanda del público y la competencia por la atención del usuario con otros largometrajes, videojuegos, redes sociales y transmisiones deportivas se suman a los retos. El comportamiento inestable de las audiencias del cine arte genera aún más desconfianza en los inversores.
Así, se genera un círculo vicioso: el poco interés del público trunca la realización de filmes y, a aquellos producidos se les dificulta su difusión por falta de apoyo financiero y espacios de visualización. En dicho sentido, la financiación pública se ha convertido en el salvavidas del cine independiente que busca contrarrestar los efectos que la crisis económica ha traído también para la producción de contenido. De acuerdo al último informe sobre el estado económico del cine independiente del BFI, las altas tasas de inflación han afectado los costos de realización de largometrajes, volviendo mucho más costosa la realización de filmes independientes y disminuyendo su posibilidad de producción.
Entre la incertidumbre y la esperanza
El descenso en las retribuciones económicas tras la pandemia, por debajo de la proyección de ingresos estimada previa a la emergencia sanitaria, genera una única y devastadora consecuencia: una baja abismal en la cantidad de películas realizadas que se sigue dando a pesar de que, después del Covid 19, los indicadores de ganancia son alentadores.
A pesar del decrecimiento en la cantidad de producciones realizadas, se ha visto una progresiva recuperación en las ganancias que se han obtenido desde la pandemia que, no obstante, no resulta suficiente. Antes de la coyuntura, las limitadas inversiones ya se habían traducido en una tendencia a la baja en ingresos que empezó a ser evidente en las cifras presentadas desde 2010. La tendencia se extendió durante toda la década y el Covid 19 aceleró un proceso que era inminente. La solución a partir de apoyo institucional a productores, el aumento de la exhibición de las obras, la ayuda de grandes servicios de streaming y fomento a la visualización del público son las principales apuestas de recuperación.
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Ya en el 2021, durante un panel del Festival de Cannes, la directora polaca Agnieszka Holland percibía como amenaza a los grandes streamers, la falta de curaduría cinematográfica y los algoritmos de plataformas. De acuerdo a la directora, estos estan dentro de los factores que podrían darle el golpe de gracia al cine independiente volviéndose “un gran agujero negro no curado donde nuestros productos más frágiles y personales pueden desaparecer”. En dicho sentido, el retiro de Xavier Dolan del cine independiente parecería ser presagio de un futuro incierto, marcado por la carencia de público y cuya esperanza radica en despertar de nuevo el deseo de la audiencia perdida.
A nosotros, sus espectadores, nos queda únicamente repensar nuestro rol en medio de la situación. Nuestra mirada es agente de cambio; es guillotina o salvación del arte. Y siendo sinónimo de inversión, financiación o quiebra de artistas, la crisis resulta una invitación a posar los ojos sobre las producciones independientes.
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