100 años, 20 poemas y 3 fragmentos

En el centenario de publicación de 20 poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda traemos 3 fragmentos para entender la perspectiva de la voz poética en estas composiciones entregadas a la contemplación de la mujer.

La obra de este poeta chileno puede entenderse desde diferentes ejes. Podemos pensar su pertinencia al discurso de amor actual, revisar cómo se observa a la mujer desde la perspectiva masculina de los años 20 y cómo ha cambiado en la actualidad. Neruda observa a la mujer desde su diálogo con ella, la ve como naturaleza y a su vez siente que de ella surge naturaleza. Así, se crean lazos con la idea del amor y desde otra acepción de la palabra; como aquello que surge de manera natural e inminente.

La corporalidad y la sexualidad

En 21 composiciones con las que cuenta esta obra, 20 poemas de amor y una canción desesperada, Neruda toma diferentes perspectivas, pero la predominante es la idea de la admiración. Es ese observador de la mujer quien le habla sobre lo que admira de ella. No le habla a alguien más sobre ella, es una canción (o más bien 21) en las que no pretende una respuesta aún cuando pueda tener infinitos interrogantes.

Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,

y la fatiga sigue, y el dolor infinito

Poema 1

En este fragmento del primer poema se evidencia esta relación de la sexualidad desde las sensaciones y necesidades que despierta en él. La fatiga, la sed y el dolor, tres emociones que evocan un carácter sublime al pensar que pueden ser provocadas por un cuerpo de mujer. La sexualidad se desdibuja de la pasión para entender la corporalidad como lienzo en el que se expresan todas estas sensaciones. La fatiga, por un lado, que trae consigo esa consideración pasional sexual, pero que a su vez, en un sentido alegórico, muestra ese último aliento y ese gusto por vivir al límite de la respiración. La sed como un segundo estado en el que el deseo se vuelve también una necesidad, incluso, en el que satisfacer esa necesidad es una manera de saciarse, es también alimento. Y finalmente el dolor, un dolor quizá relacionado al reconocimiento de que este éxtasis es solo un instante y que al desvanecerse, el recuerdo no podrá recobrar vívido cada detalle, sino que sólo abrirá paso al dolor. Es curioso como este último nivel ni siquiera es nostalgia, es simplemente dolor porque después se sigue habitando en un presente, un presente que ahora carece del placer. 

La colectividad y el absoluto

La relación de la voz poética con todas estas emociones se entremezcla con la naturaleza desde un instinto de posesión. Una posesión que guarda cierta tristeza, casi sabiendo que al poseerla haría que perdiera el libertinaje que tanto admira. Poseer se vuelve entonces un conflicto en el que la decisión parece ser continuar insinuando ese deseo fatal sin cumplirlo nunca. Es en este contexto en donde vemos esa conexión con la naturaleza.

A veces como una moneda

se encendía un pedazo de sol entre mis manos.

Yo te recordaba con el alma apretada

de esa tristeza que tú me conoces

Poema 10

En este fragmento se puede evidenciar esa idea de la colectividad y el absoluto bajo la idea de posesión. En este caso no se entabla una noción de deidad para pensar en cómo puede esta mujer saber lo que él piensa. Por el contrario, pareciera que el mismo amor hiciera que pudiera sentir lo que él siente y relacionarse con él desde estas emociones aún estando en la distancia. Se crea entonces una especie de paisaje que se sitúa en el cuerpo de la mujer, pero que se adorna con todo este tejido que la voz poética puede relacionar entre ella y la naturaleza. 

Lo indomable de la mujer como naturaleza

En la poesía de esta compilación no solo se observa una contemplación de las características de la mujer y los sentimientos que despierta en la voz poética. Encontramos también alusiones a la mujer como transformación. Esta transformación bien puede tener una implicación meramente literal en el sentido menstrual y de su idea de dar a luz. Pero, lo que hace Neruda para ejemplificarlo es simplemente fascinante. Con una constante repetición de los crepúsculos y el agua. Utilizando estos dos casi desde su carácter transformador pero cíclico en el que hay una constante y la naturaleza misma determina estos cambios. Estas emociones no solamente se suscitan desde la mención de estos elementos, sino desde ese mismo tono nostálgico en el que la voz poética añora la mujer del pasado pero a su vez renueva su amor en quien es en el presente.

…y llena de las vidas del fuego,

pura heredera del día destruído.

… Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava

del círculo que en negro y dorado sucede

Poema 2

En este poema, que de por sí engloba la idea de la naturaleza y la contemplación, destacamos este fragmento como muestra de la transformación cíclica de la mujer y de su indomabilidad. Esta comparación con los cambios del día a la noche muestra una idea de inmensidad en la que su carácter cambiante se vuelve necesaria para que la vida siga sucediendo. Evidentemente aquí nos encontramos con un gesto cargado de elogio en el que la voz poética liga a su amada la posibilidad de la vida misma. Sin embargo, en la segunda estrofa, ya no es ella quien cambia sino que también es un ser mortal que debe corresponder a estos cambios de la naturaleza. Tenemos nuevamente la alusión a la inmensidad de la naturaleza, a ser el absoluto, pero también la creadora; el cambio mismo, pero también quien se somete al cambio.

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Para cerrar este artículo es quizá importante traer un cuestionamiento que ha cargado el arte durante bastante tiempo. ¿Debería desligarse la obra del autor? Esto precisamente en el caso de Neruda, poeta chileno que abiertamente confesó haber violado a una mujer durante sus años como cónsul. Quizá como lectores estaría bien pensar en la obra como una persona misma, una voz poética encarnada quizá en el disfraz de su autor. En esa máscara que sabía hacer uso de la palabra como una capa que difuminara sus perversiones. Una capa que para esta época ya no funciona, ya hay demasiada luz como para que algo así se pueda cubrir. Así que la voz poética con la que se disfrazó Neruda es fascinante. Pero, es aún más fascinante que nunca olvidemos que la palabra puede ser arma o herramienta, pero siempre debería ser leída.

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